La Sociedad del Cansansio: Libertad o esclavitud moderna
En el libro “La sociedad del cansancio”, escrito por el surcoreano Byung-Chul Han, encontramos una reflexión sobre la cultura moderna y los desafíos que vivimos en relación al trabajo, y cómo ha resultado en una generación cada vez más afectada por la depresión y el agotamiento. Para entender cómo llegamos aquí, el autor lo explica como el paso que se ha hecho de una cultura donde predomina la negatividad a una donde lo hace el exceso de positividad, y no se refiere al ser optimista, sino a otro concepto que el autor explica más adelante.
Antes, como sociedad, se buscaba crecer a través de la negatividad, es decir, se buscaba la disciplina, control y orden a través del reconocimiento del mal exterior, límites, prohibiciones y obligaciones. Este comportamiento se pudo observar durante el siglo pasado, ya sea en el ambiente político con las guerras, donde se buscaba combatir ese mal exterior a través del rechazo o defensa. El trabajo se caracterizaba por el control y la obediencia de los trabajadores. Y hasta incluso en la manera en la que nuestros padres o abuelos fueron criados, era común ver la autoridad y la corrección basada en el “no”.
Con la transición a la modernidad, se ha reemplazado el orden, control, prohibición y la división del mal por la libertad, motivación y emprendimiento. Normalizando la iniciativa y el cambio personal desde el interior, sin necesitar de una presión exterior. Esto marca la transición de la sociedad de la obediencia a la sociedad del rendimiento. Se ha pasado de cárceles, hospitales psiquiátricos, fábricas y cuarteles a gimnasios, torres, oficinas, bancos, centros comerciales y laboratorios, que representan el cambio de la disciplina (negatividad) a la oportunidad de poder hacer (positividad). Y se ha hecho este cambio no porque nos convierta en seres más libres o nos lleve por un mejor camino, sino porque genera mejores rendimientos. Se ha reconocido que el hombre que trabaja bajo la obediencia tiene un límite. El esclavo va a hacer el mínimo para vivir en condiciones estables; el que trabaja para un jefe opresor hace el mínimo para ganar su salario. En cambio, el hombre del rendimiento trabaja bajo la idea de que él es su propio jefe, creando esta falsa “libertad” de que no trabajamos para nadie más que nosotros mismos. A través de esta libertad sin límites, solo basta con las expectativas del poder hacer todo y de la presión interior para resultar en un hombre atrapado en la autoexplotación.
La sociedad del rendimiento ha creado una guerra donde no se enfrenta a lo exterior, sino a uno mismo, donde la lucha es interna y silenciosa. Así como afecta el ambiente laboral, también afecta la salud. Y se refleja en el tipo de enfermedades que hoy combatimos, ya que en vez de lidiar con virus o bacterias del exterior (a excepción del covid), enfrentamos problemas neuronales como la depresión, ansiedad, hiperactividad o síndrome de desgaste laboral, o enfermedades que se producen por inestabilidades dentro de uno mismo.
Byung-Chul Han describe la depresión como el punto en el que el hombre se convierte en criminal y víctima al mismo tiempo. Aunque el hombre vive con la libertad de poder llegar a lo más alto, son más grandes las expectativas y la presión por parte de la sociedad y su alrededor que lo llevan a la depresión. Esto no resulta en un cuerpo cansado, sino en un alma quemada y agotada. Es ese punto en el que ya no se puede hacer más. Para tratar la depresión, el autor llama al cambio de la raíz del problema social o psicológico que la ocasiona, ya que si se continúa tratando con antidepresivos, no llegaremos a ningún lado.
Vivimos en tiempos donde el estar constantemente sobreestimulados de información se ha convertido en algo normal. La tecnología, el entretenimiento, las redes sociales y las noticias se han vuelto tan accesibles que forman parte de nuestra vida diaria, muchas veces más de lo que deberían. Dentro de la cultura del rendimiento, también surge el uso del multitasking. Un tipo de atención en el cual se busca ampliar y maximizar el rendimiento a través del aprovechamiento del tiempo. El comportamiento de siempre estar haciendo algo, o la hiperatención, ha convertido el aburrimiento en un concepto en el que se trata de aprovechar el descanso como una oportunidad para todavía poder hacer más y se caracteriza por siempre buscar algo rápido. Esto no se puede explicar más claro que con el ejemplo de TikTok, ya que creemos que mientras se usa, se está descansando y a la vez aprendiendo algo. Aunque no es algo como el aprender de un libro, ya que se busca lo más inmediato, reduciendo nuestro enfoque de una manera en la que ya no podemos concentrarnos en un largo plazo. Byung-Chul Han argumenta que definir el descanso a este tipo de actividades nos aleja más de una vida con propósito y plenitud, y nos reduce a hombres hechos para el trabajo, ya que cualquier tipo de acción va dirigida al trabajo.
En la sociedad del rendimiento, mientras la persona se lleva al límite por el trabajo, se está formando cada vez más lo que Byung-Chul Han ha llamado la sociedad del cansancio. Un lugar donde los esfuerzos laborales y el exceso de positividad llevan a agotamientos extremos que dividen y destruyen a la comunidad. Este no es un cansancio que se comparte con el de enfrente y no se expresa a través de acciones o palabras, sino en el silencio del no hacer nada y el aislamiento. La depresión, el estrés y la ansiedad reflejan todos estos síntomas, y van lentamente rompiendo la comunicación entre la gente. En cambio, el cansancio verdadero y profundo es el que sale de la negatividad y del “no”. Es el cansancio que, en vez de buscar el poder hacer, busca el no hacer. Un ejemplo sería lo que significa el domingo en el cristianismo. Un día en el que se libera de toda preocupación y trabajo y se enfoca en la comunidad y el pensamiento que une. Este cansancio es el que, a través de la atención lenta y profunda, nos deja detenernos y apreciar, inspirándose en la actitud de la pausa.
En la parte final del libro, se conectan todos los conceptos para formar la parte más importante. Byung-Chul Han explica que en la sociedad del cansancio, el éxito, trabajo y rendimiento se ha convertido en el enfoque central de nuestra cultura. Por todos lados se nos recuerda constantemente que nosotros estamos llamados a la ambición, a llegar a la cima del éxito, y a cada vez lograr más, más y más. Atrapados en esta búsqueda infinita de resultados, hemos pagado el precio de entregar nuestra vida hasta quedar física y mentalmente agotados. La búsqueda individualista y el cansancio extremo nos dividen y rompen la comunicación entre la comunidad, alejándonos cada vez más. Al ver esto, no cabe duda del porqué vivimos entre las generaciones más estresadas y depresivas en la humanidad.
Aunque el autor no da ninguna solución en el libro, invita a ver este problema como una reflexión crítica y reconocer que el cansancio verdadero a través del no hacer pudiera tener un cambio en nuestro día a día. Y no hay que confundir esto con una invitación a reducir nuestras metas o dejar de trabajar, porque el autor reconoce que el trabajo es fundamental para que una comunidad crezca. Más bien, nos invita a volver a pensar sobre nuestra definición de éxito, ya que si lo vemos con una perspectiva más allá de lo material, probablemente nos demos cuenta de que el trabajo o el éxito no es el principal factor de una vida que valga la pena vivir. El cansancio que el autor define no es el que nos hace creer que somos libres por hacer todo, sino el que nos da la libertad de poder decir “no” ante tanta oportunidad. Es ese poder detenernos y vivir esos momentos donde se equilibre el rendimiento y la paz. En la vida diaria, esto podría reflejarse en el aprovechar esos momentos fuera del trabajo para realmente descansar y estar con las personas a nuestro alrededor, no pasarlo en el celular o la televisión, aislados del ambiente. Ya que es a través de este tipo de descanso, el espacio en donde podemos encontrar la inspiración, paz, y renovación necesaria para poder vivir una vida plena. Byung-Chul Han también explica lo fundamental que es el pensamiento. Esto se pudiera comparar con lo que es la oración en la religión. Pero seas alguien creyente o no, el detenerse en el día y simplemente pensar por un rato sobre lo que hacemos y el porqué lo hacemos, nos ayuda a evitar caer en el vicio de trabajar por trabajar, y nos da una claridad hacia lo que aspiramos.